miércoles, 28 de julio de 2021

¿Esclavos? o ¡verdaderos discípulos!

              ¿Esclavos? o ¡verdaderos discípulos!





“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.

Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.

Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros.

Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre”.

Juan 8:31-38   

 

 

Jesús da por un hecho que las personas que creen en el cómo mesías salvador de inmediato  y simultáneamente pasan a ser discípulos de él y que en el contexto cultural y religioso de la época también quienes habían creído en el así lo consideraban y Jesús aprovechando la ocasión para señalarles que no era suficiente con creer superficialmente o por la emoción aun intelectualmente a la prédica que si bien es importante no era concluyente.

Si la decisión de haber aceptado a Jesús como Señor y salvador. No iba acompañada con la obediencia a él como Señor, el permanecer  en su palabra y la práctica de ella, no, reservada para un momento o en determinados momentos, sino la permanencia practica y continúa.

El haber escuchado o estar escuchando la verdad no nos hace libres, cuando me refiero a escuchar la verdad la expresión lleva implícita que reconocemos que el mensaje y el mensajero son verdaderos, pero si esa aceptación no va acompañada de obediencia no es eficaz.

 Quiere decir que la fe para salvación debe ser genuina y la forma de comprobarlo es a trabes de la obediencia, en palabras de Santiago la fe sin obras no es genuina y entendemos por obras todo lo que hacemos al obedecer las palabras de Jesús y aunque Santiago centra en la obediencia y practica de la solidaridad cristiana con el necesitado.

Jesús enmarca un todo comenzando con el amor a Dios, aquí la relación personal con la divinidad y correcto comportamiento no practicando el pecado santificándose para su salvador y en el amor al prójimo reflejando el amor de Dios esto lo sabremos al mantenernos en su palabra y esto se consigue en la lectura y estudio de las verdades bíblicas y poniéndolas en práctica, como así se lo dijo Dios  a Josué 1:8 

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.

El momento de la “salvación” es un momento de alegría, pero lo importante no es comenzar bien, sino, terminar bien y esto lo conseguimos perseverando en su palabra como discípulos genuinos, como se registra en el libro del profeta Miqueas 6:8

 “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.  

 

Al aceptar al mensajero y el mensaje como verdadero y permanecer  en su palabra no solo en el intelecto, sino también en el corazón y viviendo día a día de acuerdo a las palabras de Jesús, somos discípulos genuinos “verdaderos”

Contextualizando romanos 10:9-10 no es la expresión o declaración de fe en el momento la que salvaba, sino era una evidencia de lo que internamente sucedió, pues una persona no iba a declarar a la ligera públicamente que Jesús era su salvador a riesgo aun de su propia vida en persecuciones. Entonces esa declaración de confianza  en Jesús como su Señor y salvador era evidencia de su salvación.

Ahora en  Juan 8:32 dice:

“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

Los judíos se molestaron sin causa pues si bien Jesús se refería a una libertad espiritual del poder del pecado los judíos la identificaron con una esclavitud física y con falso orgullo pues históricamente habían sido esclavos de diferentes naciones y al presente eran siervos de roma apelaros a su linaje hijos de Abraham.

Debemos de tener cuidado a no caer en la falsa confianza apelando a pertenencia a alguna religión o denominación o a una decisión que realizamos en el pasado de la cual hoy no llevamos algún fruto.

El hombre sin la ayuda divina no puede agradar a Dios con sus obras o buenas intenciones el escritor de Hebreos nos dice que Dios al aceptar el sacrificio de Jesús… por la sangre del pacto, nos capacita para buenas obras y así poder  agradarle en Cristo.

Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Hebreos 13:20-21

 

Es por medio de la persona y obra de Jesucristo que seremos libres del poder del pecado para servir a Dios con libertad romanos 6:10-13

 “Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive.

Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”.

 

No es suficiente recibir el mensaje de Jesús como verdadero debemos arraigarlo en lo más profundo de nuestro corazón, valorando el alto costo por nuestra salvación siendo agradecidos conscientemente con nuestro padre celestial por su muestra de amor hacia nosotros no tomando en cuenta nuestra condición.

Obedecerle no por obligación, sino reflejando nuestro amor y gratitud a él.

“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.

1 Tesalonicenses 5:23

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