El Libro de Apocalipsis y la Escatología
Por Kenneth L. Gentry, Jr., Th.D.
En esta presentación trataré con el Libro de Apocalipsis. Hablaré particularmente de los asuntos relacionados con su fecha de composición y tema. Establecer el tiempo de origen del Apocalipsis es un asunto crucial para la adecuada interpretación del libro. Comenzaré con una breve presentación del caso a favor de una fecha temprana para el Apocalipsis. Dado que entender la dinámica y propósito del Apocalipsis debiese estar entre las metas destacadas del intérprete trataré con un poco de mayor extensión el asunto del tema del libro. Una vez que esté resuelto el asunto de cuándo fue escrito el Apocalipsis creo que el punto de qué es lo que trata se torna más evidente.
La Fecha de Composición
Hay dos posiciones básicas sobre el fechado del Apocalipsis, aunque cada una tiene algunas variaciones leves. La posición actual de la mayoría es la perspectiva de una fecha tardía. Esta posición sostiene que Juan escribió el Apocalipsis hacia el fin del reinado de César Domiciano – alrededor del año 95 ó 96 D.C. El punto de vista de la minoría en la actualidad es la posición de la fecha temprana. Los defensores de la fecha temprana sostienen que el Apocalipsis fue escrito por Juan antes de la destrucción de Jerusalén y el Templo en el año 70 D.C.
Sostengo que el Apocalipsis fue producido antes de la muerte de Nerón en junio del 68 D.C. e incluso antes del involucramiento formal en la Guerra Judía por parte de Vespasiano en la primavera del año 67 D.C. Mi posición es que el Apocalipsis fue escrito en los años 65 ó 66 D.C. Esto sería después del estallido de la persecución bajo Nerón en noviembre de 64 y antes del involucramiento de las fuerzas de Vespasiano en la primavera de 67 D.C.
Aunque actualmente la perspectiva de la fecha tardía es la posición de la mayoría, este no ha sido siempre el caso. De hecho, es lo opuesto a lo que prevaleció entre eruditos bíblicos destacados de poco menos de hace setenta y cinco años. El defensor de la fecha tardía William Milligan reconoció en 1893 que “la erudición reciente ha decidido, con pocas excepciones, a favor de la fecha temprana en lugar de la tardía.”1 Dos décadas más tardes, en 1910, el defensor de la fecha temprana Philip Schaff aún podía confirmar el reporte de Milligan: “La fecha temprana es
1 William Milligan, Discusiones sobre el Apocalipsis (Londres: Macmillan, 1893), p. 75.
aceptada ahora por quizás la mayoría de eruditos.”2
En los años 1800s y a principios de los 1900s la posición de la fecha temprana fue sostenida por varios personajes honorables como Moses Stuart, Friederich Düsterdieck, B. F. Westcott, F. J. A. Hort, Joseph B. Lightfoot, F. W. Farrar, Alfred Edersheim, Philip Schaff, Milton Terry, Augustus Strong y otros. Aunque se halla eclipsada al presente, la perspectiva de la fecha temprana no ha desaparecido totalmente. Más defensores recientes de la fecha temprana incluyen a Albert A. Bell,
F. F. Bruce, Rudolf Bultmann, C. C. Torrey, J. A. T. Robinson, J. A. Fitzmeyer, J.
M. Ford, C. F. D. Moule, Cornelius Vanderwaal, y otros.
Pero, en lugar de cometer una falacia ad verecundiam avancemos más allá de cualquier apelación a la autoridad para considerar muy brevemente el argumento a favor de la fecha temprana del Apocalipsis. Debido a las restricciones de tiempo, me dedicaré a tratar brevemente sólo con tres de los indicadores internos de la fecha de composición. La evidencia interna debería establecer prioridad para el cristiano evangélico en el hecho que es evidencia del auto-testimonio del Apocalipsis. Sólo aludiré sumariamente a los argumentos a partir de la tradición antes de concluir esta materia. Generalmente es la práctica de los defensores de la fecha tardía comenzar con la evidencia a partir de la tradición mientras que los defensores de la fecha temprana inician con la evidencia del auto-testimonio.
El Templo en Apocalipsis 11
En Apocalipsis 11: 1, 2 leemos:
Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.
Aquí encontramos un Templo que se halla en pie en una ciudad llamada “la ciudad santa.” Con toda seguridad, Juan, un judío cristiano, tiene en mente a la Jerusalén histórica cuando habla de “la ciudad santa.” Esto parece necesario en el hecho que Juan está escribiendo escritura y Jerusalén es llamada frecuentemente la “ciudad santa” en la Biblia. Por ejemplo: Isaías 48:2; 52:1; Daniel 9:24; Nehemías 11:1-18; Mateo 4:5; 27:53. Además, el versículo 8 nos informa de que esta es la ciudad donde “nuestro Señor fue crucificado.” Esta era la Jerusalén histórica de
2 Philip Schaff, Historia de la Iglesia Cristiana (3ª ed: (Grand Rapids: Eerdmans, 1950 [1910]), 1:834.
acuerdo al claro testimonio de la Escritura (Lucas 9:22; 13:32; 17:11; 19:28). Es interesante notar que la Jerusalén histórica jamás es mencionada por nombre en Apocalipsis. Esto puede deberse a que el nombre “Jerusalén” significa “ciudad de paz.” En Apocalipsis son importantes los significados de los nombres específicos para la imaginería dramática. De modo que sería inapropiado aplicarle el nombre “Jerusalén” a la ciudad sobre la cual se descargan aflicciones y destrucción.
Ahora, ¿cuál Templo se hallaba en pie en Jerusalén? Obviamente el Templo judío ordenado por Dios en el que se ofrecían los sacrificios judíos. En el primer siglo se le conocía como el Templo de Herodes. Esta referencia al Templo debe ser esa estructura histórica por cuatro razones:
(1) Estaba ubicado en Jerusalén, como el texto claramente lo declara en el versículo 8. Esto puede referirse solamente al Templo herodiano que aparece una y otra vez en el registro del Nuevo Testamento. Era el mismo Templo que fue incluso sujeto de uno de los discursos proféticos más extensos de Cristo (Mat. 23:37 – 24:2ff).
(2) Apocalipsis 11: 1, 2, escrito por el discípulo amado y quien escuchó personalmente a Cristo, parece claramente tomar de la declaración de Jesús en el Discurso del Monte de los Olivos. En Lucas 21: 5-7, los discípulos señalan específicamente al Templo herodiano para inquirir sobre su futuro; en Apocalipsis 11:1 Juan habla específicamente del Templo de Dios. En Lucas 21:6 Jesús les dice a Sus discípulos que el Templo será destruido pronto piedra sobre piedra. Una comparación de Lucas 21:24 con Apocalipsis 11:2 sugiere con fuerza que la fuente de la declaración del Apocalipsis es la palabra de Cristo en Lucas 21.
• Lucas 21:24b: “Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.”
• Apocalipsis 11:2b: “porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán
la ciudad santa cuarenta y dos meses.”
Los dos pasajes hablan del mismo evento único e incluso emplean términos prácticamente idénticos.
(3) De acuerdo a Apocalipsis 11:2 Jerusalén y el Templo habrían de estar bajo ataque por un período de cuarenta y dos meses. Sabemos por la historia que la Guerra Judía con Roma estalló formalmente en la primavera de 67 D.C., y fue ganada con el colapso del Templo en agosto de 70 D.C. Este es un período de cuarenta y dos meses, que se ajusta a la medida precisa de la profecía de Juan. La profecía de Juan antecede al estallido de la Guerra Judía.
(4) Después de la referencia a la destrucción del “templo de Dios” en la “ciudad santa,” Juan habla más tarde de una “nueva Jerusalén” que desciende del cielo, que es llamada la “ciudad santa” (Apoc. 21:2) y que no necesita un templo (Apoc. 21:22). Esta nueva Jerusalén aparentemente tiene el propósito de suplantar a la vieja Jerusalén con su sistema del templo. El viejo orden del Templo fue destruido en agosto de 70 D.C.
De modo que, mientras Juan escribía, el Templo aún estaba en pie, esperando su próxima condenación. Si Juan escribió esto veinticinco años después de la caída del Templo sería terriblemente anacrónico. La referencia al Templo es una evidencia arquitectónica de peso que nos retrotrae hacia una era anterior al 70 D.C.
Los Siete Reyes en Apocalipsis 17
En Apocalipsis 17:1-6 se registra una visión de una bestia con siete cabezas. En esta visión descubrimos fuerte evidencia de que el Apocalipsis fue escrito antes de la muerte de Nerón, que ocurrió el 8 de junio de 68 d.C.
Juan escribió para ser entendido. La primera de siete bendiciones aparece en su introducción: "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca" (Apoc. 1:3). Y justo después de que se da la visión en Apocalipsis 17:1-4, aparece un ángel intérprete con el expreso propósito de explicar la visión: "Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos" (Apoc. 17:7). Luego, en los versículos 9 y 10 este ángel explica la visión: "Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo."
La mayoría de eruditos evangélicos reconoce que los siete montes representan las afamadas siete colinas de Roma. Los destinatarios del Apocalipsis vivieron bajo el gobierno de Roma, que se distinguía universalmente por sus siete colinas. ¿Cómo podían los destinatarios, viviendo en las siete iglesias históricas de Asia Menor y bajo el gobierno de la Roma imperial, entender cualquier otra cosa sino esta característica geográfica?
Pero hay una dificultad adicional involucrada. Las siete cabezas tienen un doble referente. Aprendemos también que las siete cabezas representan una situación política en la que cinco reyes han caído, el sexto es, y el séptimo aún está por llegar y permanecerá por un breve período de tiempo. Ciertamente no es ningún accidente que Nerón fuese el sexto emperador de Roma, quien reinó después de la muerte de
sus cinco predecesores y antes del breve gobierno del séptimo emperador.
Flavio Josefo, el judío contemporáneo de Juan, señala claramente que Julio César fue el primer emperador de Roma y que fue seguido en sucesión por Augusto, Tiberio, Cayo, Claudio y Nerón (Antigüedades 18; 19). Descubrimos esta enumeración también en otros contemporáneos cercanos a Juan: 4 Esdras 11 y 12; los Oráculos Sibilinos, libros 5 y 8; la Epístola de Bernabé 4; Suetonio, Vidas de los Doce Césares; y la Historia Romana 5, de Dio Casio.
El texto del Apocalipsis dice de los siete reyes "cinco de ellos han caído." Los primeros cinco emperadores están muertos para cuando Juan escribe. Pero el versículo continúa diciendo "uno es." Es decir, el sexto está entonces reinando incluso cuando Juan escribió. Ese sería Nerón César, quien asumió el poder imperial a la muerte de Claudio en octubre de 54 d.C., y permaneció como emperador hasta junio de 68 d.C.
Juan continúa: "y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo." Cuando las Guerras Civiles Romanas estallaron en rebelión en su contra, Nerón cometió suicidio el 8 de junio de 68 d.C. El séptimo rey "aún no ha venido." Ese sería Galba, quien asumió el poder en junio de 68 d.C. Pero él habría de continuar por un "breve tiempo." Su reinado duró tan sólo seis meses, hasta el 15 de enero de 69 d.C.
De modo que, vemos que mientras Juan escribía, Nerón estaba aún vivo y que Galba se hallaba aún en el futuro cercano. El Apocalipsis no podia haber sido escrito después de junio de 68 d.C., de acuerdo a la evidencia política interna.
Los Judíos en Apocalipsis
La evidencia final a partir del auto-testimonio del Apocalipsis que voy a considerar es la relación de los judíos con el Cristianismo en Apocalipsis. Y aunque hay muchos aspectos de esta evidencia vamos a presentarla de manera breve. Se puede hacer referencia, de manera ilustrativa, a dos pasajes importantes y sus implicaciones.
Primero, cuando Juan escribe el Apocalipsis, los cristianos se hallan relacionados, con gran tensión, con los judíos. Se considera al Cristianismo el verdadero Israel y a los cristianos como los verdaderos judíos. En Apocalipsis 2:9 leemos la palabra de Jesús a una de Sus iglesias de la época: "Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás."
¿Quién sino un judío se llamaría a sí mismo un judío? Pero en la historia formativa inicial del Cristianismo, se presenta a los creyentes por todas partes en el Nuevo Testamento como "simiente de Abraham," "la circuncisión," "el Israel de Dios," los "verdaderos judíos," etc. Debemos recordar que incluso Pablo, el apóstol a los gentiles, tomó votos judíos y que mandó a circuncidar a Timoteo. Pero después de la destrucción del Templo (70 d.C.) ya no hubo más tendencia a entremezclarse. De hecho, el afamado rabí judío Gamaliel II interpuso una maldición contra los cristianos en la bendición diaria, que virtualmente prohibía la interrelación social.
En el Apocalipsis se representa a los judíos como llamándose a ellos mismos "judíos" pero de una manera vacía. No son verdaderos judíos en el sentido fundamental y espiritual, que fue el argumento de Pablo en Romanos 2. Esto sugeriría una fecha anterior a la separación final entre el Judaísmo y el Cristianismo. El Cristianismo fue una religión protegida bajo la legislación religio licita de Roma en tanto se le considerara una secta del Judaísmo. La separación legal del Cristianismo del Judaísmo sucedió en sus etapas iniciales, comenzando con la persecución de Nerón a finales del 64 d.C. Finalizó tanto legal como culturalmente con la destrucción del templo, como prácticamente concuerdan todos los eruditos históricos y del Nuevo Testamento. Es interesante notar que, en los años 80s d.C., el escritor cristiano Bernabé hace una división radical "nosotros/ellos" entre Israel y la Iglesia (Epístola 13:1).
Segundo, al momento en que Juan escribe, todo se encuentra en las etapas iniciales de un cambio fundamental. Apocalipsis 3:9 dice: "He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado."
Juan señala a la humillación de los judíos que se aproxima, señalando que Dios vindicará a Su Iglesia contra ellos. En efecto, Él haría que los judíos se postraran a los pies de los cristianos. Esto no puede ser una referencia más que a la destrucción de Israel y el Templo, que fue profetizado por Cristo. Después de ese horrible evento los cristianos comenzaron a hacer referencia a la destrucción del Templo como una vindicación apologética del Cristianismo. Ignacio (107 d.C.) es un ejemplo clásico de esto en su obra Magnesios 10. Hay docenas de tales referencias en escritores como Melito, Tertuliano, Clemente de Alejandría, Lactancio y otros.
Hay otros argumentos con respecto al carácter judío del Apocalipsis, tales como su gramática, su referencia a las doce tribus, alusiones al sistema sacerdotal, la adoración en el templo y así sucesivamente. El punto parece lo suficientemente claro: Cuando Juan escribe el Apocalipsis el Cristianismo no se halla divorciado de Israel. Después de 70 d.C. tal no sería el caso. Esta es una fuerte evidencia socio- cultural para una composición anterior al 70 d.C.
Conclusión
He examinado la evidencia política con respecto a los Siete Reyes, la evidencia arquitectónica del Templo que aún está en pie y la evidencia socio-cultural de la precaria combinación judíos/cristianos. Estos sugieren que el Apocalipsis fue escrito antes de la destrucción del Templo en agosto del año 70 d.C., e incluso antes de la muerte de Nerón César, que ocurrió el 8 de junio de 68 d.C. Creo que incluso podemos colocarla antes del estallido formal de la Guerra Judía en 67 d.C., aunque no antes del inicio de la persecución bajo Nerón que comenzó en noviembre de 64 d.C.
Si hubiese tiempo consideraríamos la evidencia externa. Creo que se puede elaborar un caso para la reconstrucción de la famosa declaración de Ireneo que es la principal evidencia a partir de la tradición. Este permitiría el espacio para una composición temprana para el Apocalipsis al aplicar su referencia acerca del reinado de Domiciano al mismo Juan con respecto a su ministerio activo, en lugar de la escritura del Apocalipsis por Juan.
Junto con un gran número de eruditos bíblicos, estoy convencido que el Pastor de Hermas muestra una dependencia del Apocalipsis. También creo que hay evidencia para ubicar la fecha de composición del Pastor a finales de los 80s. El Canon de Muratori dice que Juan escribió las cartas a las siete iglesias antes que Pablo terminara sus cartas a las iglesias, que fueron a siete congregaciones diferentes.
Tertuliano relata una tradición que parece indicar que Juan fue desterrado casi al mismo tiempo en que Pedro y Pablo fueron martirizados. Clemente de Alejandría nos informa que toda revelación cesó bajo el reinado de Nerón. Hace esta afirmación mientras sostiene en otras partes que el Apocalipsis de Juan fue inspirado por Dios. Epifanio fecha el Apocalipsis bajo el reinado de Claudio. Este es un error garrafal, inexplicable y único, o es una referencia a Nerón por su otro nombre. El nombre adoptivo completo de Nerón fue Nerón Claudio César. Varios manuscritos siriacos asignan específicamente el destierro de Juan al reinado de César. Arethas interpreta muchas de las profecías del Apocalipsis como cumpliéndose en la Guerra Judía y Andreas tiene que combatir tales interpretaciones en su época.
Creo que la fecha temprana de composición del Apocalipsis puede ser firmemente establecida en la séptima década del primer siglo, no en la última. Habiendo llegado a esta conclusión, permítanme ahora pasar a considerar:
El Tema del Apocalipsis
Cuando se interpreta cualquier libro de la Biblia es importante que entendamos la audiencia a la cual fue originalmente dirigido. Existen al menos tres factores en Apocalipsis que enfatizan la audiencia original y sus circunstancias históricas. Estas comienzan a movernos hacia la posición preterista. Cuando éstas se combinan con el tema de la expectativa del Apocalipsis (con lo cual trataré en un momento), se justifica el enfoque preterista sobre la base de sólidos principios hermenéuticos.
La Relevancia de la Audiencia
En el Apocalipsis tenemos evidencia clara de que Juan está escribiendo a iglesias particulares, históricas e individuales que existían en su época. Apocalipsis 1:4a dice: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia.” En el versículo 11 nombra específicamente a las siete iglesias a las cuales habla. Sabemos que estas son ciudades históricas que contenían iglesias históricas. Se trata con estas iglesias de manera específica en términos de sus circunstancias histórica y culturalmente únicas en los capítulos 2 y 3. Son abordados cristianos reales del primer siglo.
Segundo, como lo indiqué previamente, Juan le escribe a estas iglesias para ser entendido. Apocalipsis 1:3 dice: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.” Se esperaba que cristianos reales del siglo primero entendieran y pusieran atención al mensaje de Juan como algo de lo más relevante para ellos.
Tercero, en el Apocalipsis, Juan señala que él y las siete iglesias ya han entrado en “la tribulación” (Apoc. 1:9a): “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.” En Apocalipsis 2 y 3 hay alusiones a mayores problemas que se maquinan en el escenario mundial. Los cristianos reales del siglo primero habían de tener un interés profundo y personal con respecto a la época en la cual vivían.
Expectativas Contemporáneas
Es extraordinariamente importante que el intérprete del Apocalipsis comience en los primeros versículos del libro y dejar que ellos le dirijan al enfoque interpretativo apropiado. La verdad del asunto es: Juan declara específicamente que las profecías del Apocalipsis, que fueron escritas a siete iglesias históricas, comenzarían a suceder en el lapso de un período de tiempo muy corto. Juan enfatizó esta verdad en una variedad de maneras. Señalemos brevemente su expectativa contemporánea desde dos ángulos.
Primero, debemos notar que él varía su manera de expresión, como para evitar cualquier confusión potencial en cuanto a lo que quiere decir. El primero de estos términos con el que nos encontramos en el Apocalipsis es la palabra griega tachos, traducida “en breve.” Juan está explicando el propósito por el cual haber escrito en Apocalipsis 1:1, que dice: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto [tachos]; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.” Este término también ocurre en Apocalipsis 2:16; 3:11 y 22:6, 7, 12, 20.
Otro término que Juan usa es eggus, que significa “cercano.” Este término se encuentra en Apocalipsis 1:3 y 22:10. En Apocalipsis 1:3 leemos: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca [eggus].” Apocalipsis 22:10 dice: “Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca [eggus].” La importancia de eggus en nuestro contexto es claramente el de cercanía temporal.
Segundo, Juan enfatiza su anticipación de la pronta ocurrencia de su profecía por medio de la ubicación estratégica de estas referencias de tiempo. Él coloca sus declaraciones de tiempo más vigorosas tanto en la introducción como en la conclusión del Apocalipsis. La declaración de expectación se encuentra dos veces en los primeros tres versículos: Apocalipsis 1:1 y 3. La misma idea se encuentra cuatro veces en sus comentarios finales: Apocalipsis 22:6, 7, 12, 20. Es como si Juan colocara cuidadosamente toda la obra entre corchetes para evitar cualquier confusión. Es importante señalar que estas declaraciones ocurren en las secciones más históricas y didácticas del Apocalipsis, antes y después de las grandes visiones dramático-simbólicas.
Con la particularidad de la audiencia enfatizada en conjunción con su mensaje de la inminente expectativa de la ocurrencia de los eventos, no veo cómo se pueda escapar un preterismo de algún tipo.
Declaración del Tema
El tema del Apocalipsis se encuentra en Apocalipsis 1:7, “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.”
Estoy convencido de que el lenguaje apocalíptico en este pasaje debe aplicarse a la venida de juicio sobre Israel por parte de Cristo, en lugar de a la Segunda Venida al final de la historia temporal. Los eventos del año 70 d.C. como aquellos asociados
con el colapso de Babilonia, Egipto y otras naciones, son prefiguraciones tipológicas de la consumación de la Segunda Venida.
Llegadas en las nubes son emblemas proféticos frecuentes en el Antiguo Testamento. Sirven como indicadores de visitas divinas de juicio sobre antiguas naciones históricas. Dios “viene” en juicio judicial sobre los enemigos de Israel en general (Salmo 18:7-15; 104:3), sobre Egipto (Isaías 19:1), sobre el desobediente Israel en el Antiguo Testamento (Joel 2:1, 2), y así sucesivamente. Para citar un ejemplo, Isaías 19:1 dice: “He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos.”
Una venida de Cristo en juicio sobre Israel se enseña claramente en forma parabólica por Cristo en Mateo 21:40, 41, 23, 45:
Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo… Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él… Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.
Esto habla con toda seguridad de la destrucción de Jerusalén, de los principales sacerdotes y de los Fariseos de la época de Jesús. Y ocurrirá “cuando venga el señor de la viña.” Este es el juicio-venida de Cristo en el año 70 d.C.
Por muchas razones estoy convencido de que Apocalipsis 1:7 también se refiere a Su venida en juicio sobre Israel.
Primero, esta venida es un juicio-venida sobre “aquellos que le traspasaron.” El Nuevo Testamento señala enfáticamente al Israel del primer siglo como responsable por la crucifixión de Cristo. Israel torció la mano del procurador romano, Poncio Pilato, cuando los judíos gritaron en Juan 19:15: “¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.” Ver también Hechos 2:22-23, 36; 3:13-15; 5:30;
7:52; 1 Tes. 2:14-15.
Segundo. Apocalipsis 1:7 declara que como consecuencia de este juicio “todos los linajes (phule) de la Tierra (he ge) harán lamentación.” “La Tierra” es una designación familiar para la Tierra Prometida de Israel. Y como es bien sabido, Israel se dividía en doce tribus. De hecho, Apocalipsis 7 nos narra sobre la señalización de 144,000 de entre las doce tribus específicamente designadas de
Israel antes que los vientos de destrucción golpeen contra la “tierra.” Cuando Apocalipsis amplía la definición de “tribus” para incorporar a no-judíos ya no habla de “la tierra” (he ge), sino de “las naciones” (ethnoi).
Tercero, Jesús incluso les dijo a los líderes judíos del primer siglo que serían testigos de esta venida en juicio. En Mateo 26:63-64 leemos: “Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.”
Esta venida, que se trata de manera extensa en Mateo 24:1-34 iba a ocurrir en Su generación. Mateo 24:30 y 34 dicen: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria… De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.”
Combinando toda esta información, junto con los hechos históricos de la época, aprendemos que:
La Guerra Judía con Roma del año 67 al 70 produjo la muerte de decenas de miles de judíos en Judea, y la esclavización de miles y miles más. El historiador judío Flavio Josefo, quien fue un testigo ocular, registra que 1.1 millones de judíos perecieron en la ocupación de Jerusalén.
Pero a pesar de lo espantosa que fue la pérdida de vidas judías, la total devastación de Jerusalén, la destrucción final del templo y el cese concluyente del sistema sacrificial fueron lamentados todavía más. El significado pactal de la pérdida del templo sigue siendo el resultado más dramático de la Guerra. Fue una pérdida irrepetible, pues el templo jamás ha sido reconstruido. La era del antiguo pacto se cerró para siempre. De ahí que, cualquier calamidad judía después del año 70 d.C. palidecería en comparación con el significado histórico-redentivo de la pérdida del templo.
Carácter Temático
Antes de poder desarrollar en realidad el flujo de pensamiento del Apocalipsis, necesitamos establecer la identidad de un personaje principal e el drama presentado:
¿Quién es la ramera identificada en Apocalipsis 17?
Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y
diez cuernos… y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA (Apoc. 17:3, 5).
Algunos han pensado que la ramera representa a la ciudad de Roma porque es aquí vista reposando sobre las siete colinas y es llamada “Babilonia.” Pero, puesto que la Bestia misma es quien representa a Roma, parecería redundante hacer que la mujer representara lo mismo. Tampoco el nombre “Babilonia” le ha pertenecido históricamente ya sea a Roma o a Jerusalén, y esto no puede ser prueba que la ciudad es Roma en lugar de Jerusalén. Estoy convencido, más allá de toda duda, que esta ramera es Jerusalén.
Primero, en Apocalipsis 14:8 “Babilonia” es llamada “la gran ciudad.” La primera mención de “la gran ciudad” en Apocalipsis 11:8, indiscutiblemente señala a Jerusalén. Ahí leemos que es el lugar “donde también nuestro Señor fue crucificado” (cp. Lucas 9:31; 13:33-34; 18:31; 24:18-20).
Su grandeza es con relación a su estatus pactal en el Antiguo Testamento. “Jerusalén” aparece en la Escritura en 623 ocasiones. Es llamada “la ciudad del gran rey” (Sal 48:2; Mat 5:35), “la ciudad de Dios” (Sal 46:4; 48:1; 87:3), “el gozo de toda la tierra” (Sal 48:2; Lam 2:15), y con otros nombres igualmente loables. Incluso es llamada “la gran ciudad” en otras partes de la Escritura: “Y muchas gentes pasarán junto a esta ciudad, y dirán cada uno a su compañero: ¿Por qué hizo así Jehová con esta gran ciudad?” (Jer. 22:8). “¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, La señora de provincias ha sido hecha tributaria” (Lam. 1:1).
Aún escritores paganos hablan en términos elevados de Jerusalén. Tácito la llamada “una ciudad famosa” (Historias 5:2). Plinio el Viejo escribe que Jerusalén era “por mucho la ciudad más famosa del antiguo Oriente” (Historia Natural 5:14:70). Apiano, un abogado romano, y escritor (ca. 160 d.C.), la llama “la gran ciudad de Jerusalén” (Las Guerras Sirias 50).
Segundo, la ramera babilónica está llena de la sangre de los santos, según Apocalipsis 16:6; 17:6; 18:21, 24. Por ejemplo, Apocalipsis 18:24 dice: “Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.” Por supuesto que con el estallido de la persecución de Nerón, que recientemente había iniciado su marcha, Roma se manchó con la sangre de los santos. Sin embargo, Roma había entrado sólo recientemente en la fila de los enemigos de Dios. A lo largo de los Hechos Jerusalén es descrita como la
perseguidora y Roma como la protectora del Cristianismo.3 Además, Roma no era culpable de matar a ninguno de los profetas del Antiguo Testamento, como lo era Jerusalén.4 Antes de su apedreamiento, Esteban reprende a Jerusalén: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores” (Hechos 7:51-52).
En el contexto del Discurso en el Monte de los Olivos, Jesús reprende a Jerusalén. Mateo 23:34-35 dice: “Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar.”
A lo largo del Apocalipsis es el Cordero inmolado quien actúa en juicio contra Sus verdugos, los judíos. “Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra” (Apoc. 5:6; cp. 5:12; 13:8). Este Cordero es mencionado veintisiete veces en el Apocalipsis.5 Y Jerusalén literalmente clamó que el juicio cayera sobre ella por matar al Cordero de Dios: “Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mat. 27:25).
Tercero, la ramera está ataviada con los colores sacerdotales judíos de escarlata, púrpura y oro descritos en Éxodo 28.6 Estos colores también se encontraban en el Templo: Josefo describe cuidadosamente la tapicería del Templo de Jerusalén como “tapicería babilónica en la que se mezclaban el azul, púrpura, escarlata y lino” (Guerras 5:5:4). Hace esto mientras le da al color de la decoración del Templo mucho énfasis y elaboración.
La ramera incluso tiene una inscripción blasfema en su frente que da una representación negativa de la inscripción santa que el sumo sacerdote judío usaba. En la frente del sumo sacerdote leemos: “Santidad a Jehová” (Éxo. 28:36-38). En la
3 Ver, por ejemplo: Hechos 4:3; 5:18-33; 6:12; 7:54-60; 8:1ff; 9:1-4, 13, 23; 11:19; 12:1-3; 13:45-
50; 14:2-5, 19; 16:23; 17:5-13; 18:12; 20:3, 19; 21:11, 27; 22:30; 23:12, 20, 27, 30; 24:5-9; 25:2-15;
25:24; 26:21. Ver también 2 Cor. 11:24; 1 Tes. 2:14-15; Heb. 10:32-34; Apoc 2:9; 3:9; etc.
4 Jer. 2:30; Mat. 5:12; 23:34, 35; Hechos 7:52; 1 Tes. 2:15.
5 Ver Apoc. 5:6, 8, 12-13; 6:1, 16; 7:9-10, 14, 17; 12:11; 13:8, 11; 14:1, 4, 10; 15:3; 17:14; 19:7, 9;
21:14, 22-23; 22:1, 3.
6 Cp. Apoc. 17:4-5 con Éxo. 25:2, 4; 26:1, 31, 36; 27:16; 28:1-2, 5-12, 15, 17-23, 33.
frente de la ramera leemos: “un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA” (Apoc.
17:5). Y tiene una copa de oro en su mano, como lo hacía el sumo sacerdote el Día de la Expiación, de acuerdo al Talmud judío.7 Es interesante señalar que la puerta principal del Templo tenía en ella viñas doradas con grandes racimos de uvas (de los que se deriva el vino). Los racimos dorados de uvas en la viña eran muy prominentes, siendo del tamaño de un hombre (Josefo, Guerras 5:5:4). Estos hacen pensar en la copa de oro que será llena con sangre.
Cuarto. Hay un obvio contraste literario entre la ramera y la novia casta. Esta yuxtaposición sugiere un contraste intencional entre la Jerusalén de abajo (Apoc. 11:8) y la Jerusalén de arriba (Apoc. 21:2). Esto no es desconocido para los escritores de la Escritura (cp. Gál. 4:24ff; Heb. 12:18ff.). Cuando comparas Apocalipsis 17:2-5 con Apocalipsis 21:1ff el contraste provee una destacada imagen negativa y positiva. Y debemos recordar que la novia es llamada específicamente la “Nueva Jerusalén” del cielo (Apoc. 21:1-2). Considere:
A Juan se le presentan tanto la ramera como la novia de modos similares:
Apocalipsis 17:1: “Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas.”
Apocalipsis 21:9: “Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.”
Se contrasta a las dos mujeres en carácter.
Apocalipsis 17:1: “Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas.”
Apocalipsis 21:9: “Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.”
Las dos mujeres son vistas en ambientes contrastantes a los que Juan es llevado por el ángel.
Apocalipsis 17:3: “Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata.”
7 Tazones de oro se usaban en muchas partes en los servicios levíticos. Ver: Éxo. 25:29; 37:16, 17.
Apocalipsis 21:10: “Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios.”
El vestido de cada una es detallado y se presentan en contraste:
Apocalipsis 17:4: “Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación.”
Apocalipsis 19:8; 21:11: “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos... teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.”
Quinto. Jerusalén había sido anteriormente llamada con nombres paganos bastante compatibles con la designación “Babilonia.” En Apocalipsis 11:8 es llamada “espiritualmente Sodoma y Egipto.” Isaías hizo lo mismo con ella en Isaías 1 donde llamó a Jerusalén “Sodoma y Gomorra” (Isaías 1:9). La idea es que en lugar de conducirse como la esposa de Dios, se había convertido en uno de Sus enemigos, como Sodoma, Egipto y Babilonia.
El hecho que la ramera está sentada en la Bestia de siete cabezas (obviamente representativa de Roma) indica no identidad con Roma, sino alianza con Roma en contra del Cristianismo. Los judíos exigieron la crucifixión de Cristo y constantemente realizaron agitaciones contra los cristianos para hacer que los romanos se involucraran en su persecución (cp. Mat. 23:37ff.; Juan 19:12-16; Hechos 17:7). (Todavía no he terminado mi investigación, pero creo que el estar sentada sobre la bestia en un estado de borrachera representa la posición superior de la mujer en el acto sexual. Es una ramera borracha llevando la iniciativa en su inmoralidad. En el drama de Apocalipsis no sólo está enredada en un simple adulterio, sino también en la bestialidad.)
Flujo Temático
Ahora estamos listos para bosquejar brevemente la idea temática del Apocalipsis. La destrucción de Israel no sólo es el foco del Apocalipsis, sino que se presenta su juicio de una forma pactal interesante y significativa.
Israel como la esposa de Dios. Debemos recordar que en el Antiguo Testamento Israel fue tomada misericordiosamente por Dios para ser Su esposa de pacto. A menudo los profetas mencionan la relación matrimonial de pacto entre Dios e Israel.
Jeremías 3:14: “Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo.”
Ezequiel 16 describe en una hermosa imaginería poética, el amor conyugal de Dios por Israel.
Ezequiel 16:8: “Y pasé yo otra vez junto a ti, y te miré, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores; y extendí mi manto sobre ti, y cubrí tu desnudez; y te di juramento y entré en pacto contigo, dice Jehová el Señor, y fuiste mía.”
Otros pasajes que aluden al pacto matrimonial entre Dios e Israel incluyen: Isaías 50:1; 54:5; 62:4; Jeremías 3:20; 31:32; y Ezequiel 16:31-32.
Como acción pactal, el matrimonio de Israel fue formalmente establecido con testigos apropiados. Deuteronomio 31:28 dice: “Congregad a mí todos los ancianos de vuestras tribus, y a vuestros oficiales, y hablaré en sus oídos estas palabras, y llamaré por testigos contra ellos a los cielos y a la tierra.” Ver también: Deuteronomio 4:26; 30:19.
Pero, como una esposa infiel Israel corrió tras dioses extranjeros, cometiendo adulterio espiritual contra el Señor. Esta infidelidad adúltera es descrita en muchos pasajes del Antiguo Testamento.8 Los profetas del antiguo pacto sirvieron como abogados de Dios. Como VanGemeren lo expresa: “Los profetas habían hablado como abogados acusadores del pacto de Dios, presentando la acusación de Dios y declarando el veredicto de Dios.”9 Sobre la base de la Ley de Dios y ante testigos, legalmente llamaban a Israel a regresar a su esposo de pacto, el Señor Dios. Con frecuencia presentaban un “caso” (Heb.: ribh) contra Israel, invocando al cielo y a la tierra como testigos en este drama en el tribunal celestial y según la confirmación pública del pacto.
Isaías 1:2: “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.” Isaías se lamenta: “¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas” (Isaías 1:21a).
Oseas 4:1: “Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni
8 Ver Isaías 1:21; 50:1; 57:8; Jeremías 2:2, 20; 3:1-20; 4:30; 11:15; 13:27; Ezequiel 6:9; 16:32;
Oseas 1:2; 2:5, 7; 3:3; 4:15; Malaquías 2:7.
9 Willem VanGemeren, The Progress of Redemption: The Story of Salvation from Creation to the New Jerusalem (Grand Rapids: Zondervan, 1988), p. 290.
misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra.”
Miqueas 6:2: “Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de Jehová; porque Jehová tiene pleito con su pueblo, y altercará con Israel.” Ver también Oseas 12:2.
En última instancia, su labor fue en vano en el hecho que Israel, finalmente, demandó la crucifixión del Hijo de Dios, gritando: “¡No tenemos más rey que César!”
El Decreto de Divorcio contra Israel
Las visiones dramáticas del Apocalipsis están enmarcadas de tal manera que representan el decreto de divorcio judicial de Dios contra Israel. Lo que sigue, y de lo cual somos testigos, es su castigo capital por toda clase de pecados, el que se derivó de su adulterio espiritual.
En Apocalipsis 4 Dios es visto sentado en Su trono judicial. Es interesante notar que el trono de Dios se menciona en dieciocho de los veintidós capítulos del Apocalipsis. De hecho, de las sesenta y dos ocasiones en que aparece la palabra “trono” en el Nuevo Testamento, cuarenta y siete de estas se encuentran en el Apocalipsis. El elemento judicial es fuerte en este libro, incluyendo referencias a juicios, testigos y cosas similares.
En Apocalipsis 5 se ve un rollo sellado en la mano de Dios, mientras Él está sentado sobre Su trono de justicia. El rollo con siete sellos parece representar el “acta de divorcio” de Dios pasado por el Juez en el trono en contra de Israel. Se conoce que los decretos de divorcio eran escritos entre los judíos en la era bíblica: Deuteronomio 24:1, 3; Isaías 50:1; Jeremías 3:8; Mateo 5:31; 19:7; y Marcos 10:4. Es igualmente cierto que el matrimonio era entendido en términos de un contrato de pacto: Proverbios 2:17; Ezequiel 16:8; y Malaquías 2:14. Que el rollo en Apocalipsis 5-8 sería un acta de divorcio se sugiere por las siguientes consideraciones.
Primero, en Apocalipsis tenemos un énfasis prominente sobre dos mujeres particulares, dos mujeres que obviamente se corresponden como opuestas la una a la otra. Las dos mujeres son la malvada ramera de la Bestia (Apoc. 17-18) y la novia pura de Cristo (Apoc. 21). Como he mostrado, ellas se corresponden con la Jerusalén terrenal que fue el escenario de la crucifixión de Cristo (Apoc. 11:8) y la Jerusalén celestial que es santa (Apoc. 21:10). El flujo y sentido del libro es la revelación y ejecución del juicio legal (Apoc. 15:3; 16:5-7) contra la ramera fornicaria.
Luego de esto somos testigos de la llegada de una novia virginal (Apoc. 21), obviamente para tomar su lugar después de una cena matrimonial (Apoc. 19). Esto se ajusta bien con la imaginería paulina en Gálatas 4:24ss, donde habla de la despedida de una esposa (Agar, quien es representativa de la Jerusalén de abajo) y la toma de otra esposa (Sara, quien es representativa de la Jerusalén de arriba).
Segundo, el aparente trasfondo antiguotestamentario para esta imaginería se encuentra en Ezequiel y Levítico. En Ezequiel 2:9-10 se describe el juicio de Israel como escrito en un rollo por el frente y en la parte posterior y dado a Ezequiel. Esto se corresponde perfectamente con el rollo en Apocalipsis 5:1. En Ezequiel 2ff se esboza la devastación de Israel, que se corresponde con Apocalipsis 6ff. En Ezequiel 16 se ve a Israel como la esposa pactal de Dios que se convirtió en una ramera que confió en su belleza y cometió fornicación (Eze. 16:15). Este es el caso con Jerusalén-Babilonia en Apocalipsis (Apoc. 18:7). Es derribada y juzgada por su conducta malvada.
La razón para siete sellos se encuentra también en la imaginería pactal. Los siete sellos en el rollo de Apocalipsis reflejan el séptuple juicio pactal sobre el cual Dios le advirtió de antemano a Israel en Levítico 26:14-33. Estos juicios sirven como amenazas contra Israel si abandonaba a Dios. Los juicios séptuples Levítico tienen una fuerte influencia en el lenguaje de juicio del Apocalipsis. Cuando estos sellos son abiertos, comienzan los juicios preliminares.
Tercero, luego del “divorcio” y de los juicios asociados con éste, Juan se vuelve para ver la llegada de una nueva “novia” desde el cielo (Apoc. 21-22). Pareciera que la nueva novia no puede ser tomada hasta que se trate primero legalmente con la esposa fornicaria. Juan importa la imaginería de la ramera, la novia y la festividad matrimonial; esto no se le está imponiendo al texto desde afuera. De modo que, la imaginería del divorcio se ajusta bien al flujo dramático de la obra.
La Ejecución de los Juicios
El castigo en la Ley de Dios para el adulterio es la muerte (Lev. 20:10), que en la ley bíblica era por apedreamiento. De modo que descubrimos enormes trozos de granizo lloviendo sobre Jerusalén en Apocalipsis 16:21: “Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.” Esto fue llevado a cabo históricamente por la décima legión de los ejércitos romanos.
La maquinaria [i.e., las catapultas] que todas las legiones tenían ya preparadas para ellas estaban admirablemente dispuestas; pero aún más
extraordinaria era la que pertenecía a la décima legión; las que lanzaban dardos y las que lanzaban piedras eran más contundentes y grandes que el resto, con las cuales no sólo repelieron las excursiones de los judíos, sino que también vencieron los esfuerzos que se hacían desde la muralla. Ahora, las rocas que se lanzaban tenían el peso de un talento y tenían un alcance de dos estadios10 y aún más. El golpe que asestaban no se podía soportar de ninguna manera, no sólo por aquellos que se hallaban primero en su trayectoria, sino también por aquellos que estaban más allá de ellos por un gran espacio. En cuanto a los judíos, al principio observaban la llegada de la piedra, pues eran de color blanco. (Guerras 5:6:3)
Ahora, Israel no es sólo la esposa de Jehová en el Antiguo Testamento, sino que su propósito es servirle a Él como un reino de sacerdotes ministrando a las naciones. De modo que Israel es representado como una ramera con vestiduras sacerdotales. Siendo tal, hay otra Ley del Antiguo Testamento que sale a colación. Levítico 21:9 advierte, “Y la hija del sacerdote, si comenzare a fornicar, a su padre deshonra; quemada será al fuego.” Por consiguiente, vemos referencia a que Israel es quemado con fuego en Apocalipsis 17:16: “Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego.”
Luego, habiendo dispuesto legalmente de Israel como una esposa sacerdotal fornicaria, Apocalipsis vuelve su mirada para considerar una nueva novia. En Apocalipsis 21 vemos una ciudad descendiendo del cielo como una novia virgen sin mancha para su esposo. Esta nueva ciudad es una Nueva Jerusalén. Esta “Nueva Jerusalén” es la Iglesia, de acuerdo a Gálatas 4:21ff. y Hebreos 12:18ff.
Así pues, el tema del Apocalipsis es la ejecución del decreto de divorcio de Dios contra Israel, su posterior castigo capital y cremación, seguido por Su acción de tomar una nueva novia, la Iglesia.
Conclusión
En conclusión, creo que el Apocalipsis fue escrito alrededor del año 65 d.C. Creo además que le habla a la audiencia cristiana original con respecto a las dificultades que estaban enfrentando y como explicación de la llegada de la separación final de Jerusalén por la ira de Dios.
10 Un estadio tiene una longitud de 201,2 mts. – N. del T.
El libro ha de entenderse de manera preterista, antes que futurísticamente. Aprendemos esto no sólo a partir de la inminente expectación en el libro, sino también a partir de su tema (que implica el juicio de los judíos) y debido a sus personajes más importantes: Jerusalén (como una ramera) y Roma (como una Bestia).
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